La segunda ciudad más grande e importante de Uzbekistán es una de las metrópolis más antiguas del mundo, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y es un cruce de culturas y pueblos desde siempre. Todo esto y mucho más es Samarkanda, una de las ciudades caravaneras más importantes de la desaparecida Ruta de la Seda.
Viajar a Samarkanda es exponer los sentidos, sobretodo el visual, a nuevas sensaciones artísticas nunca vistas en Occidente, por ello el embajador medieval Ruy González de Clavijo, primer español que llegó allí de forma oficial, dijo que lo que vio le había impresionado más que la propia Constantinopla. En la Antigüedad la ciudad tenía el nombre de Afrasiab (también lo podéis encontrar como Afrosiob o Afrosiyob) que según algunas leyendas era el nombre de un mítico rey local, pero los arqueólogos opinan que su creación podría ser muy anterior a Cristo. La antigua ciudad se encuentra a las afueras de la actual, y fue descubierta cuando en los años ’70 se pensaba construir una autopista en la zona; por desgracia los restos que se han conservado son escasos ya que esa originaria ciudad estaba hecha de adobe, material muy usado en la zona, incluso en la actualidad.
Tras pasar por allí muchos siglos, muchos pueblos y muchos conquistadores, como Alejandro Magno que es conocido aquí como Alejandro de Macedonia y cuya mujer –Roxana– era de esta zona, o como Gengis Khan; finalmente llegó el gran Tamerlán. Timurlan, Tamorlan, Timurlang, Amir Timur o simplemente Timur el cojo es un personaje poco conocido para nosotros, pero a él se debe la mayoría de los monumentos de la actual ciudad. Tamerlán fue un emperador a caballo entre el final del siglo XIV y principios del XV, y es considerado el último gran conquistador de Asia Central, al menos hasta la llegada de los soviéticos que dominaron toda la zona y extrajeron sus materias primas. Sobre Tamerlán habría mucho que contar y páginas y páginas que completar, pero para eso tendríais que veniros de viaje conmigo hasta allí y os lo contaría en directo.
Él fue el que más embelleció la ciudad con avenidas, jardines (llamados Los Jardines del Paraíso), monumentos, mezquitas, tumbas (como la del profeta Daniel, cuyo cuerpo fue transportado hasta allí) y mercados. Pero es la Plaza del Registán el espacio que se lleva la palma. Tamerlán tenía un dicho que servía a sus enemigos y visitantes para que se hicieran una idea de lo que era capaz: “si queréis ver mi poder, sólo tenéis que mirar a mis edificios”. Estamos hablando de un lugar con unas construcciones de ladrillo y piedra -en los zócalos- de entre 25-30 metros de fachada, con cúpulas gigantes decoradas con pan de oro sobre fondo azul (técnica llamada allí Kundal, y que representa el cielo coránico), esbeltos alminares que enmarcan esas fachadas y una decoración en refinada mayólica azul que cubre todas las caras de los edificios y que hace las delicias de los turistas.
Si quieres ir de turismo, yo opto por no viajar de cualquier modo a Uzbekistán, los hoteles no son caros y podemos alojarnos en uno bueno por mucho menos de lo que pagaríamos en Europa, ir de mochilero por el mundo es estupendo, pero lo comodidad no le hace daño a nadie; y aventurarse en un mal hotel o albergue en Asia Central os puede costar demasiado caro. Llegar allí desde España no es difícil, hay un vuelo semanal que une Madrid con Taskhent, la capital, otra ciudad que tendría mucho que contar, será para otra ocasión. Las carreteras son muy mediocres en todo el país, pero hay un tren rápido de la marca Talgo (esta empresa española les vendió dos trenes hace un par de años) que conecta ambas ciudades; añado que el tren es llamado Afrosiyob, un nombre que ya os sonará.
Por último os aconsejo que no lo visiteis ni en invierno ni en verano, el clima es continental extremo y no hay mar (ni en Uzbekistán ni en ninguno de los países que lo rodean), por lo que debéis ir allí en mayo o septiembre.
Espero que este post os haya abierto las ganas de conocer esta bella urbe y sus gentes, que son sin duda otro de los grandes atractivos del país, al ser educadas, simpáticas, muy amables y poco resabiadas por el turismo masivo.¿Os venís?
Imágenes propias
Pues después de leer el post, me encantaría ir, en efecto. Muchas gracias por la explicación, que, además de amena, hace que uno sienta mucho interés por la ciudad y el país. Y, de paso, me gustaría darte la enhorabuena por el blog en general. La combinación de arte y viajes es sumamente interesante, y más en un formato cuidado y estéticamente atractivo como el de este blog. Todo un acierto. ¡Mucha suerte!