De nuevo este año, y van cinco, durante más de quince días tiene lugar en Madrid el Gastrofestival, la cita del arte con la gastronomía. Muchos se preguntarán cómo es posible unir la gastronomía y el arte, pero realmente es muy sencillo y sería más correcto hablar de la gastronomía en el arte. Un ejemplo perfectamente comprensible por todos son los cuadros llamados bodegones o naturalezas muertas. El bodegón como género pictórico independiente nace en el siglo XVII, aunque ya antes, desde finales de la Edad media, aparecían grupos de comida, frutas o flores en algunas partes de algunos cuadros. Esos grupos de alimentos solían tener bastante importancia dentro de las pinturas, pero siempre estaban formando parte de una composición mayor, no eran independientes. Como decía, esto cambia cuando en el siglo XVII el mundo también cambia. Una nueva potencia asomaba poderosa en Europa, era Holanda, que se había independizado del Imperio Español y venía buscando cambios. Esta potencia consiguió en poco tiempo tener una poderosa armada y un gran comercio marítimo, de hecho los puertos más importantes de Europa siguen aún en esa zona. Sus barcos traían cada vez productos de tierras más lejanas, muchos de ellos eran muy exóticos y levantaban furor en las clases adineradas. La principal ruta comercial hasta el momento había sido la Ruta de la Seda, que era una ruta terrestre y ya había decaído mucho en esta época tras el descubrimiento de América y la conquista de Constantinopla por los turcos, por lo que los holandeses principalmente eran los que comerciaban con Oriente a través de su Compañía de las Indias Orientales. Por eso muchos comerciantes y burgueses de ese país se fueron enriqueciendo más y más, y para sus mansiones y casas señoriales necesitaban cuadros de un formato más pequeño que los que se podían colocar en los grandes salones de los palacios de los aristócratas y reyes del resto de Europa. Las marinas (símbolo por otra parte de su hegemonía marítima), los paisajes, los retratos y los bodegones empezaron a decorar muchos muros de las casas burguesas de los Países Bajos.
Muchas de las frutas y flores que aparecen en las naturalezas muertas eran traídas en esos barcos comerciales, por ejemplo no debemos olvidar que los tulipanes tenían un origen oriental (se dice que turco) y sin embrago hoy en día sigue siendo el símbolo nacional de Holanda. Por lo tanto esos cuadros, sencillos y sosos para muchos, eran realmente todo un símbolo de poder. Además, la mayoría de esas pinturas tenían mezcladas frutas de distintas temporadas del año o distintas flores de lejanas zonas, en la realidad esto sería imposible ya que no se podría juntar en el tiempo una fresa con una uva ya que no son frutas de la misma estación. Pero sin embargo al unirse en un bodegón se relacionaba con el capricho de poder disfrutar, visualmente, de los frutos favoritos de un determinado señor o familia pudiente; así en sus salones privados podrían ver las comidas que más les gustaban.
Pero sin embargo no todo en la vida es disfrute, y por ello en las naturalezas muertas muchas veces aparecían frutas que estaban comenzando a pudrirse. Era el símbolo de la fugacidad de la vida, lo rápido que se marchitan las flores es el paralelismo de lo corto de la juventud, de que la vejez, la decrepitud y la muerte nos llega a todos, y éste era un concepto que estaba muy presente en todo el arte del siglo XVII; un siglo de penurias y guerras. Por esa misma razón también aparecen, en muchas ocasiones, insectos en los bodegones. Pequeños bichos que corretean por la fruta, para recordarnos que la muerte siempre está cerca. Otras veces aparecen mariposas revoloteando los grupos de comida, y es que a lo largo de la historia de la pintura la mariposa se ha relacionado con el alma humana que vuela fuera del cuerpo hacia el cielo; de nuevo un símbolo del triste futuro que nos espera a todos.
También los objetos que servían para comer se consideraban obras de arte. Si no ¿por qué las cuberterías son de plata, las copas de cristal de roca o las vajillas de porcelana? El comer y la gastronomía siempre han tenido buena fama, y los utensilios para ello debían estar a la altura. Hay unas piezas muy interesantes en las salas de algunos museos que poca gente sabe para que servían, es el caso de las llamadas mancerinas, que tenían ese nombre por el Marqués de Mancera, virrey del Perú, quien se dice las inventó. Estos objetos estaban formados por una bandejita, generalmente de plata, en cuyo centro se colocaba un soporte hueco, o pocillo, que servía de apoyo a la taza de chocolate, producto alimenticio proveniente América. Las mancerinas o manceras estaban muy de moda en la Europa de hace siglos, y algunas eran dobles, probablemente para sostener una taza de chocolate y un vaso de agua. Una curiosidad es que originalmente no se usaban tazas para beber el chocolate, si no medios cocos a modo de recipiente.
Fueron los españoles los que trajeron el cacao a Europa, según se cree fue el propio Moctezuma quien se lo regaló a Hernán Cortes cuando le recibió en la capital de su imperio en el actual Méjico. Los aztecas lo tomaban molido y mezclado con pimienta y otras hierbas, y todo apunta a que no gustó nada a los conquistadores españoles. Pero a unas monjas se les ocurrió eliminar la pimienta y añadirle azúcar, otro producto que venía en toneladas de América, y el éxito fue absoluto. Durante siglos fue una bebida muy habitual solo entre las clases altas, y las chicas jóvenes y los eclesiásticos eran muy dados a tomarlo. Debieron de pasar varios siglos (hasta el XIX) para que holandeses, belgas y suizos comenzaran a experimentar con este producto y se les ocurriera mezclarlo con leche y hacer tabletas; tras esta genial idea las fábricas de estos países comenzaron a exportarlo, creando marcas comerciales que duran hasta nuestros días, algunos ejemplos son Lind, Tobler o Nestlé.
Entre el 24 de enero y el 9 de febrero se desarrolla en la capital de España el Gastrofestival, una cita obligatoria para el arte culinario, que nació alrededor de la cumbre internacional sobre gastronomía Madrid Fusión. Cines, teatros, museos, galerías de arte, tiendas de ropa, etc. se han unido un año más para formar parte de un interesante recorrido cultural y gastronómico junto con bares restaurantes y coctelerías. Además son varios los museos y galerías presentes en este festival, muchos de ellos repiten año tras año. Algunos de los que podéis ver en el programa son los museos Sorolla, del Romanticismo, Lázaro Galdiano o el Museo del Traje. También varias galerías de arte como Montsequi o Rem se han animado a formar parte con una programación muy interesante y apetitosa.
Sin lugar a dudas la gastronomía y el arte han ido juntas desde hace mucho. Espero que con este post hayáis aprendido cosas nuevas y que en estos días del Gastrofestival disfrutéis recorriendo las calles de Madrid.
Imágenes de Wikipedia y flg.es