Los “Apuntes de arte” pretenden ser post breves que se centren en una obra o lugar en forma monográfica. Este artículo está en relación con el Gastrofestival de Madrid (hasta el 9 de febrero).
La antiquísima palabra bezoar tiene un origen persa, y literalmente quiere decir «protector contra el veneno» o «antiveneno». ¿Pero qué es exactamente un bezoar? Algunos animales rumiantes ingieren piedras de pequeño formato para que les ayude a hacer sus largas digestiones vegetarianas, algunas de estas piedras se depositan en los intestinos de estos animales durante largo tiempo y en el transcurso de ese período se van redondeando y puliendo, hasta llegar a ser las llamadas, y muy apreciadas, gemas de bezoar. Su tamaño no suele ser muy grande y al tener una superficie pulida, tiene un bonito brillo y aspecto muy atractivo con vivos colores. También hay otros animales cuyos intestinos crean estas gemas de bezoar, por ejemplo algunas serpientes; éstas suelen ser de las más apreciadas. Incluso algunas veces los seres humanos, en particular los niños, pueden ingerir pelo o algún tipo de tejido que hace que se fabrique en su tripa un bezoar, lo cual puede taer graves daños y suele ser necesaria su extirpación.
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con el arte? Aunque no lo parezca, mucho. Según antiguas leyendas centroasiáticas los bezoares eran un antídoto contra el veneno, es más, se pensaba que colocando una piedra de bezoar en la copa de los reyes se evitaba que estos pudieran morir envenenados ya que el bezoar lo eliminaría. Esta tradición oriental llegó a Occidente a través de Al-Andalus y se hizo muy popular en la corte de nuestros Austrias españoles. Las gemas de bezoar estaban tan bien consideradas que tenían unos precios altísimos, y sólo los reyes y la alta aristocrácia se podían permitir uno. De hecho, muchos nobles alquilaban los bezoares en las boticas y tras ser usado en un banquete, debían devolverlo al día siguiente.
Las piedras de bezoar no se colocaban simplemente en el fondo de una copa, se creó un tipo específico de recipiente para usar estas gemas: los bernegales. Los bernegales eran copas, generalmente de plata, con dos asas en forma de «G», en cuyo fondo se colocaba el bezoar en un lugar determinado con una muesca. Estas piezas eran habituales en las vajillas de los palacios y fueron muy valoradas en las colecciones privadas de los siglos XIX y XX. Esta moda de usar bernegales con bezoares en su interior, fue desapareciendo paulatinamente a lo largo del tiempo, y al llegar la nueva dinastía de los Borbones a España, con una mentalidad ilustrada, muchos de esos bernegales fueron fundidos para usar la plata en la fabricación de otros objetos.
Son varios los museos que aún conservan estas piezas entre sus tesoros, por ejemplo podéis ver un bonito bernegal de cristal en el Tesoro del Delfín en el Museo del Prado.
Las gemas de bezoar fueron tan deseadas que se convirtieron en auténticos objetos de lujo, y se les hacían estuches y fundas a medida para ser transportados.
En toda esta curiosa historia queda una anécdota científica. Se ha descubierto que algunos bezoares formados con pelo, de los que tienen algunos felinos en su tripa, son capaces de eliminar el arsénico. ¿Qué os parece la historia de este curioso objeto? ¿Creéis en el poder del bezoar?
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Yo tengo una piedra similar