El pasado 31 de marzo reabrió el Museo Arqueológico Nacional (MAN), con un aspecto totalmente nuevo, una museografía limpia, una gráfica muy cuidada y una colocación de piezas estupenda. El recuerdo que yo tenía del museo era muy negativo. Anticuado, oscuro, mal colocado, con sofás de la época franquista y casi sucio, así tenía en mi mente al que ahora es uno de los mejores museos arqueológicos de Europa y del mundo. La renovación interior ha sido total, el coste final (tras incrementos en el presupuesto) ha superado los 51 millones de euros, el tiempo necesitado ha sido de 6 años, con unos dos y medio totalmente cerrado al público. El encargado de semejante cambio ha sido un grupo de arquitectos liderados por Juan Pablo Rodríguez Frade, famoso (y galardonado) por las reformas de varios museos, como por ejemplo el Museo Sefardí, el Palacio de Carlos V en la Alhambra, el Museo de Medina Azahara o el Museo Municipal de arte contemporáneo de Madrid (Conde-Duque). «Desde el punto de vista de la arquitectura, lo más complicado era que la intervención se viera natural. Que si Francisco Jareño –arquitecto que lo creó– viera el museo, se sintiera cómodo, pues no se ha desvirtuado.» afirma Rodríguez Frade.
El MAN nació en el siglo XIX, cuando la reina Isabel II le encargó a Francisco Jarreño que hiciera un diseño para el llamado Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales. Anteriormente el museo estuvo en un edificio cedido temporalmente por el Ayuntamiento de la capital en un palacete en la Calle Embajadores llamado el Casino de la Reina. En 1871 se inauguró el edificio terminado por Antonio Ruiz de Salces y que se encuentra en la Calle Serrano. En él se debían mostrar los objetos que explicaran la historia, la etnología, la arqueología y la numismática de España. Durante la Guerra Civil el edificio sufrió daños por los bombardeos, y la mayoria de piezas tuvieron que salir del país en cajas marcadas en sus tapas con las siglas MAN. Practicamente todas volvieron, a excepción de algunas colecciones de monedas de oro. Sobre la historia del museo y lo que ocurrió con las colecciones durante la Guerra Civil, se trata en la segunda planta del edificio, acompañado de videos y fotografías del momento. Los fondos del museo están formados por más de 1.000.000 de piezas, de las que ahora se pueden ver unas 13.000. La reforma ha cambiado todo, desde los cimientos hasta las cubiertas, los metros cuadrados útiles han pasado de ser de unos 19.000 a más de 23.000. La gráfica es muy limpia, muy clara, higiénica; el usuario no se encuentra perdido en ningún momento, a excepción (según mi opinión) de la zona dedicada a la Historia del Dinero, que está en un pasillo en una entreplanta o mezzanina, ese pasillo no tiene salida, por lo que tras recorrerlo y llegar al final, hay que darse la vuelta para poder salir, lo cual es bastante dificil en los días de gran afluencia de público.
Lo primero que el visitante ve nada más llegar es que el acceso ahora se hace por el sótano del museo, y no por el vestíbulo principal que se encontraba en lo alto de la escalinata principal Ese acceso estaba protegido por dos esfinges de bronce y decorado con una bella escultura de Velázquez; todo sigue en su sitio, pero ahora ese acceso está cerrado. Sin embrago en la rampa que lleva a la entrada actual encontramos un panel con las siglas de museo, en cuya trasera está la cafetería con terraza. Al entrar, lo primero que hay es un amplio vestíbulo con un mostrador de información y unos bancos en donde podrán esperar los futuros grupos de visitantes que vendrán a conocer estas salas. Desde el principio se advierte el leitmotiv de toda la reforma, en unos materiales que se repiten en todo el conjunto, principalmente los colores de la madera oscura y la piedra de travertino serán los que nos acompañen. «Hemos intentado que haya muy pocos materiales (madera de Merbau y de roble, travertino…). Y en las vitrinas hay un aluminio color tabaco. Es un museo muy uniforme, muy cálido. Hemos apostado por materiales de muy buena calidad, que envejezcan muy bien.» afirma Rodríguez Frade. Después de pasar por la taquilla (precio general 3 EUR) el recorrido comienza en una sala oscura que sirve de introducción sobre lo que se muestra en el museo. Así, una serie de proyecciones en pequeñas pantallas de distintos tamaños nos introduce en materia.
Sin duda son los patios, cerrados con cristaleras, los grandes protagonistas de la reforma, que sirven de distribuidores del público; y junto con las escaleras voladas que se han colocado le dan un aire muy moderno al conjunto. Así habla el arquitecto sobre esto:» Las escaleras son un edificio arquitectónico muy repetido en los museos. En este museo tienen varias funciones: sirven para comunicar todo el edificio, pero también son una especie de mirador, un balcón sobre las salas del mundo ibérico y el romano.»
Pero sin duda lo mejor que se ha hecho, es colocar en ciertas zonas del recorrido reproducciones de algunas piezas expuestas para que los invidentes las puedan tocar. Las zonas específicas para visitantes ciegos están delimitadas en el suelo con una serie de protuberancias de goma.
Cada pieza está acompañada por una cartela explicativa que ayuda a su comprensión, y además en cada sala hay paneles explicativos para ampliar conocimientos. Especialmente interesantes para las familias y los niños son las salas de Egipto, con tumbas y sarcófagos, algunos abiertos, que harán las delicias de los pequeños.
Por último destacaría que, en el renovado jardín, continúa la reproducción, en una sala subterránea, de las cuevas de Altamira, pero también esta zona ha sido modificada. Antes había un banco corrido por toda la sala en donde el visitante se podía sentar para ver la réplica de las pinturas murales prehistoricas, ahora esos bancos no están, y en el centro de la sala hay un espejo que permite observar el techo cómodamente.
Para mí,
- Lo mejor: Las salas de arte medieval, me parecen acogedoras, muy interesantes y con una selección de piezas exquisita. También el video sobre los dioses del Olimpo, es muy didáctico, moderno y ameno; no olvidemos que al principio de cada una de las zonas del museo hay un video que sirve de introducción de esa sección. Por último destacaría la colección de cerámica griega. Impresionante y enorme.
- Lo peor: Si hubiese que decir algo, diría que eché de menos el poder ver la escalera monumental de mármol que se encontraba frente a la antigua entrada principal. En la reforma no se ha incluido en el recorrido, pero al preguntar por ello a una chica de información (muy amable) me dijo que probalemente será el acceso que se usará a partir de septiembre para acceder a la zona noble, espacio reservado para los conciertos y conferencias. Eso espero.
Un último apunte. Ahora, en los primeros días de apertura, se hacen grandes colas en las horas centrales del día, por lo que es conveniente visitarlo a una hora temprana (abre a las 9,30 horas, cierra los lunes).
Imágenes propias.
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